Me importa un pito que los hombres tengan senos o guata de cerveza; las manos que acarician suaves como la seda o asperas como arpillera. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento a cigarro o a alcohol fermentado. Soy perfectamente capaz de soportarles sus partidos de fútbol cualquier día de la semana; ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo los que pretendan seducirme!